por Jim McGuiggan
Traducido por Marcos Stringer
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere,» (Juan 16.13)
«El me glorificará» (Juan 16.14a R.V.A.) «Él me honrará a mi,» (Juan 16.14a V.P.)
El Espíritu Santo glorifica a Cristo porque rechaza el colocarse a si mismo en un sitio de preeminencia. No importa que hace el Espíritu, ni como lo hace, hay que entenderlo a la luz de las palabras de Jesús cuando dijo, «El me honrará a mi.»
Todos hemos conocido a personas que eran la dinámica detrás de algo que estaba aconteciendo, y aunque sabíamos que ellos estaban trabajando, ellos no anunciaban su presencia. Ellos estaban escondiendose a plena vista. Ellos hicieron su trabajo tan efectivamente que las personas que observaban se fijaban en lo que se estaba haciendo y no en quién lo estaba haciendo. El Espíritu de Dios es un modelo para nosotros de esta clase de comportamiento.
¡Él no quiere el primer lugar!
Como no hay vida sin Él, como no tenemos a Cristo sin Él, como Él hace tanto para nosotros, somos tentados a olvidar la razón por la cual él hace lo que hace. El Espíritu hace lo que hace para glorificar el Cristo. Él nunca saca a lucir su presencia, aunque insiste en que debemos saber que él está presente. Y cuando el Espíritu guía las personas a hablar — y ellos no pueden hablar sin él — ellos hablan del Maestro, y no de Él. El Espíritu no sufre ninguna crisis de identidad, pero tampoco lo escuchamos decir, «¡Mírame a mi!» En cambio, vez tras vez él dice, «Mírale a Él.»
¡Decir que nunca debemos glorificar el Espíritu sería una tontería! Enseñar que no debemos profundizarnos en un estudio de su naturaleza y obra sería simple ignorancia. Pero una de las razones por la cual se ha dicho menos referente al Espíritu que el Padre y el Hijo, es que el Espíritu Santo ha señalado constantemente al Padre y al Hijo. Es correcto que Él recibe alabanza y que sea glorificado, pero honramos el Espíritu cuando ponemos atención al enfoque de su labor en el mundo. Él no es el enfoque de su propio labor sagrado. Cuando el Espíritu señala a otros, él no está negando su propio valor; está exaltando a Cristo.
No debemos pensar que esto es un asunto de poca importancia.
Si esta es la manera en que el Espíritu obra, y hace claro a nosotros que esta es su manera de trabajar, esto debe tener un significado muy grande. Y si el Espíritu de Dios sigue pasando a un lado para que podemos fijar la vista en el glorioso Señor, ¿Qué dice esto del Cristo? ¿Qué debemos entender de la persona que el Espíritu insiste en colocar en el lugar céntrico?
¿No será que esto debe recordarnos que todavía no hemos llegado al fondo del conocimiento del Señor Jesucristo? ¿No será que es una declaración de que todavía existen riquezas imposibles de imaginar y menos poder medir en nuestro Señor encarnado?
Hay un viejo dicho que declara que el instrumento mas difícil de tocar es el segundo violín. Posiblemente no es fuera de lugar decir que el Espíritu hace esto con entusiasmo y amor por el Hijo. Es una verdad obvia — pero debemos decirlo de todos modos — que en un contexto donde nadie está competiendo, estas palabras pierden su sentido. De todos modos, es algo lindo saber que el Espíritu de Dios encuentra gozo en su labor de traer gloria al Salvador. Aunque es lo que debemos esperar – nunca Dios nos hizo pensar de otra manera — de todos modos, nos fortalece ver la harmonía de todo. Nos da consistencia a nuestras propias vidas en la comunidad cuando recordamos que «la divina comunidad de personas» no sabe nada de envidia, y cuando cualquier de los tres recibe adoración, todos se regocijan.
– o – o – o –
1. Toma treinta minutos para repasar los sermones en el libro de los Hechos y notar que Cristo es central en todo lo que ellos decían.
2. Mira, por ejemplo, Hebreos 3.1 y 12..2-3 y el constante clamor a la persona y obra de Cristo por todos los escritos Neo-testamentarias.
3. ¿Como el Espíritu es parte de la divinidad, cómo sería posible que fuéramos a negarle todo honor? ¿Y cómo podríamos no recibir el enriquecimiento por medio de mirar esta persona divina obrando?
4. Aunque no está mal hecho adorar y glorificar el Espíritu, es importante escuchar lo que Él nos enseña en este aspecto. En las Escrituras la alabanza es raramente dirigido directamente al Espíritu, aunque la adoración acontece «en» y «por medio de» El. Usted va a entender lo que estoy diciendo cuando lea las partes que contienen las alabanzas de la Biblia. Los salmos son especialmente claros en este asunto, y en el Nuevo Testamento tenemos sectores como Apocalipsis 4.9-11; 5.9-14; 7.9-14. Menciono esto para simplemente decir que no es algo nuevo para el Espíritu «tomar el segundo lugar».
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.